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¡Quemando nuestro futuro!

Si algo se puede asegurar de nuestra civilización actual es que tiene una necesidad absoluta de energía, una especie de enganche que le hace siempre querer más y más.

Asistimos desolados en estos meses a la quema de bosques en España, como el gran incendio de Gran Canaria, pero también en diversas partes del mundo, siendo especialmente preocupantes los que se están produciendo en la amazonia, y los de Siberia y África (especialmente en Angola, República Democrática del Congo, Zambia o Mozambique).

Quemamos los bosques por diferentes motivos: En España por descuidos, por rencillas y venganzas, para cambiar el uso del terreno, y por simple placer como les sucede a algunos pirómanos.

Centrándonos en el caso de la amazonia y otras zonas selváticas del planeta, detrás suele estar el AGRONEGOCIO, en mayúsculas. Aunque a veces se culpa a los pequeños campesinos, al movimiento sin tierra en Brasil, etc., realmente detrás de los grandes incendios en las selvas están terratenientes, grandes corporaciones y gobiernos regionales, nacionales e internacionales, entre otros actores implicados (https://rosamtristan.com/2018/01/04/la-selva-del-amazonas-en-manos-de-piratas/)

La selva virgen, salvaje, sin dueños “legales” pero territorio indígena desde hace miles de años, es un pastel codiciado por muchos, que ven en la pasividad e incluso el apoyo de los gobiernos una manera fácil y rápida de incrementar su patrimonio individual o corporativo a costa del patrimonio común y no privado, de estas selvas bellas, biodiversas y necesarias para el conjunto de la sociedad global.

Las selvas vírgenes son además el territorio de numerosas tribus y grupos humanos, muchos de los cuales están aún sin contactar por seres humanos de fuera de la selva. Y tienen derecho a seguir viviendo como viven, y nosotros la obligación de respetarlos. ¡Son los humanos de estos territorios, aunque no posean escrituras de propiedad!

Estas zonas son tan necesarias para el hombre como para el resto de la biodiversidad que cobijan directamente. Pero la promesa de la gallina de los huevos de oro de la soja transgénica, principalmente, lleva provocando una ofensiva sobre la selva amazónica desde hace años, que cobra especial virulencia este verano.

Muchos hacendados y empresarios han estado durante décadas ejerciendo de lobby sobre los diferentes gobiernos para llevar a cabo proyectos extractivistas, energéticos y sobre todo agrarios en estas selvas. Y cuando encuentran un gobierno más afín a la destrucción como parece que está pasando ahora en Brasil, pero no sólo en Brasil, los procesos deforestadores se aceleran.

En Biovalle tenemos claro que detrás de esto en muchos casos, quizás en la mayoría, se encuentra la promesa de sustituir la selva amazónica por el cultivo de soja transgénica para mayor enriquecimiento de las empresas que manejan las semillas y los agrotóxicos necesarios para su “cultivo”. Soja de dudosa calidad y de cuestionable producción que posteriormente engordará al ganado europeo o norteamericano.

En otros casos estos espacios se dedican directamente a pastos para el ganado que luego se exportará como carne a otras partes del mundo.

Es oportuno que cuando vemos o leemos noticias como las de los incendios, seamos capaces de reflexionar sobre nuestra posición, y sobre quién está realmente detrás de todo esto. Los consumidores europeos tienen mucho que decir, tanto sobre su alimentación, excesiva en carne y productos cárnicos procesados, como sobre las empresas a las que apoyan y dejan de apoyar, y sobre los tratados comerciales que nos obligan a asumir y tragar supuestamente “por nuestro propio bien”.

No parece desconectado el hecho de abrir las fronteras masivamente, a través del acuerdo comercial con MERCOSUR, entre Europa y Sudamérica, a la importación de nuevos productos principalmente agrarios hacia Europa, y a la exportación de productos tecnológicos, semillas y agroquímicos (entre otros) a Sudamérica, del hecho de la proliferación de los incendios y la quema de bosques amazónicos.

Es probable que los europeos tengamos que mirar más cerca a la hora de buscar y pedir responsabilidades: A nuestras instituciones y propios gobernantes europeos que suelen actuar de espaldas a la ciudadanía (por ejemplo desarrollando acuerdos comerciales secretos que no son votados ni aprobados por los ciudadanos en consultas o referéndums, y que no se conocen hasta que han sido ratificados).

Ellos son en buena parte responsables de este desaguisado al promover por un lado la especulación respecto al incremento de las importaciones de soja transgénica a Europa, creando desmesuradas expectativas de negocio al otro lado del Atlántico, y por otro lado promocionando la exportación desde Europa de las semillas de soja y el paquete agrotóxico-tecnológico asociado para su cultivo, gracias al acuerdo MERCOSUR, si finalmente es ratificado por los países miembros. Tras el repunte de los incendios parece que algunos gobiernos europeos empiezan a cuestionar dicho acuerdo (https://mundo.sputniknews.com/america-latina/201909031088574813-la-comision-europea-ratificacion-del-acuerdo-ue-mercosur-depende-de-acciones-de-brasil/), pero seguramente sólo es un posicionamiento más estético y coyuntural que real.

Quemamos la selva quemando parte de nuestra historia y de nuestro futuro. Quemamos biomasa fotosintética, quemamos directamente, además de la vida, energía y materiales valiosísimos.

El acuerdo comercial con MERCOSUR, además de promover la destrucción de la selva, permitirá el enriquecimiento de algunas grandes empresas a uno y otro lado del atlántico, pero a cambio conllevará problemas sociales, de salud provocadas por los agrotóxicos, laborales, ambientales y económicos a los pequeños y medianos productores de ambos lados del océano.

Si valoramos lo que ganamos como sociedad (mucho dinero para algunos) respecto a lo que perdemos (selvas, aceleración cambio climático, destrucción de pequeños productores y pequeñas empresas locales a ambos lados del Atlántico, incremento del uso de la energía y de los transportes, expansión de plagas y enfermedades para los cultivos y de especies invasoras…, problemas de salud para la población) este tipo de acuerdos no tienen razón alguna de ser. ¡Las cuentas globales no salen!

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